Cuando queremos desarrollar comportamientos nuevos o que están deficitarios se emplean estrategias que incluyen, todas ellas, como un componente fundamental el reforzamiento. El reforzamiento es fundamental tanto en la adquisición de la conducta como en el mantenimiento de ésta. Cuando pretendemos enseñar una conducta debemos:
- Reforzar la ocurrencia de la conducta inmediatamente, evitando introducir períodos de demora.
- Orientar nuestro cuerpo hacia la persona y mirarla a los ojos.
- Pronunciar entonces una expresión de alabanza intentando variarla (“¡muy bien!”, “¡excelente!”, “¡genial!”, etc.) y el nombre de la persona mientras le sonreímos.
- Seguidamente especificaremos de forma clara y precisa qué conducta queremos reforzar.
- Y finalmente mencionaremos la consecuencia natural de la conducta que ha realizado, con el propósito de que dicha consecuencia sea el reforzador que mantenga la conducta en el futuro.
Por ejemplo, “¡Fenomenal, Alberto! ¡Te felicito por lo bien que has bailado en la clase de música! ¿Verdad que es muy divertido cuando participas y estás contento?”
