Frecuentemente observamos en niños comportamiento retador, provocador o de oposición y de negativa a cumplir con las peticiones de los demás. La forma en que respondemos a sus acciones puede tener un efecto significativo en lo que harán la próxima vez que se encuentren en una situación similar.
¿Qué es útil saber acerca de la conducta?
Antes de considerar la conducta desafiante de manera aislada, es útil pensar en la conducta humana en general. Algunas conductas son motivadas biológicamente (comemos cuando tenemos hambre) o con base en reflejos (nos giramos hacia donde escuchamos un sonido repentino e intenso). Pero en su mayor parte, la conducta se produce porque cumple una función y/o produce un resultado.
La función de las conductas desafiantes
Las conductas desafiantes, como la agresión, la destrucción o la autolesión, son a menudo la preocupación principal de los cuidadores de personas con autismo y otras discapacidades del desarrollo. Muchas de estas conductas desafiantes se aprenden y mantienen por lo que sucede inmediatamente antes y después del problema. Debido a que son conductas aprendidas, las conductas problemáticas pueden modificarse al manipular o cambiar las situaciones en el entorno, especialmente los eventos que ocurren antes y después del problema. En la mayoría de los casos, la conducta desafiante se ve como una forma de solicitar o comunicar un resultado preferido (por ejemplo, acceso a ciertas actividades, comida, interacción social, cambio de estimulación o cese de actividades desagradables). Por lo tanto, el objetivo es reemplazar la «solicitud» inapropiada con una comunicación más adaptada (apropiada y efectiva).
También es esencial que recuerde que la conducta cambia y las personas se adaptan. La misma conducta que cumple una función específica en una situación puede tener un propósito diferente en otro entorno. En otras palabras, una mordida puede deberse a la frustración que un niño siente cuando quiere algo que no sabe cómo pedir. O puede ocurrir cuando tiene miedo y necesita alejarse; inclusive puede ser una respuesta automática a un estrés intenso. Y aunque morder sea la misma conducta, las razones por las que ocurre (la función) pueden ser muy diferentes. La conducta generalmente sirve para una o varias funciones:
■ Obtener un objeto o actividad deseada
■ Escapar de una tarea o situación
■ Obtener atención ya sea positiva (elogio) o negativa (reprimenda)
■ Tratar de calmarse o sentirse bien (estímulo sensorial)
■ Bloquear o mantenerse alejado de algo doloroso o molesto (evasión sensorial)
■ Responder al dolor o molestia, e intentar tener control sobre el entorno o situación (autodefensa).
Generalmente puede haber mejora al cambiar la situación y el entorno, o las cosas que pasan antes y después de que la conducta problema ocurra. Dado que la conducta a menudo es una forma de comunicación, enseñar maneras más apropiadas y adaptativas de comunicarse puede remodelar las conductas problema en peticiones, protestas y respuestas apropiadas.
Es importante considerar el amplio abanico de posibles factores, incluyendo los biológicos, antes de que se desarrollen intervenciones formales. Determinar adecuadamente la función es esencial para crear un plan que pueda atender la conducta de manera efectiva. Por ejemplo, si un niño le pega a su madre para escaparse de hacer su cama, poner al niño en «tiempo fuera» le daría lo que él quiere (evitar la tarea) y, por tanto, apoyaría (reforzaría) la conducta de pegar a su madre. En ese caso, él estaría inclinado a pegar de nuevo para escaparse. En cambio, si se determina que el niño pega porque la tarea es muy difícil, facilitarla para aumentar su éxito en ella, le permitiría permanecer ocupado y eliminaría la necesidad de pegar. Podría empezar por enseñarle a hacer la cama, asegurándose de que él debe terminar el trabajo de manera correcta hasta colocar la última almohada.
¿Se responde a la conducta con atención? ¿Se le permite acceder a algo que desea?
Regresando a las bases de la conducta, es importante considerar su posible propósito o función. ¿Para qué le sirve esta conducta a la persona? ¿Obtiene algo con esto? ¿Consigue escaparse de algo aburrido o difícil? ¿Recibe atención? ¿Le permite asegurar un poco de control sobre su vida o alrededores? ¿Le ayuda a bloquear el dolor? ¿Qué tiene de bueno la conducta? ¿Está tratando de decirme algo? Tomarse el tiempo para entender la función puede ser a menudo una ventana a la motivación detrás de la conducta. Una evaluación adecuada de la función de la conducta usualmente es esencial para elaborar una respuesta apropiada.
¿Cuáles son las estrategias positivas para apoyar la mejora de la conducta?
Con frecuencia, una manera de manejar la conducta incluye la combinación de la atención a preocupaciones subyacentes de salud física y el uso de los apoyos conductuales y educacionales para enseñar habilidades alternativas e incompatibles. No hay una pastilla mágica, pero hay un número de estrategias que a menudo pueden ser de utilidad. El uso del reforzamiento positivo es más que un enfoque políticamente correcto del manejo conductual. La investigación muestra que es efectivo. La alternativa habitual es el castigo. Mientras que el castigo puede funcionar inmediatamente, ha demostrado ser inefectivo a largo plazo ya que podría aumentar la conducta agresiva, crear un modelo para conductas indeseables adicionales y hacer tensa la relación con el cuidador (usted).
Es importante mencionar que las estrategias de reforzamiento positivo y la retroalimentación también necesitan ser continuos para ser efectivos y para que sigan manteniendo la mejoría.